¡Ay! Que duros son los lunes. Está mañana me ha costado levantarme y he ido arrastrándome por toda la casa y luego hasta el coche. Creo que los parpados me pesaban aproximadamente 2 toneladas cada uno. En el trayecto al trabajo, ha empezado a sonar el móvil del trabajo. Cada vez que sonaba más sueño me daba. Lo cojo (con manos libres, eh) y ya tenemos el primer problema del día. Digo yo:¿cuando me llamarán para algo bueno?. Creo que nunca, lo tengo asumido. En fin, no voy a contaros mis penas que os aburrirían. Vamos a por esta deliciosa tarta, la cual tengo que decir que no hubiera sido posible sin la colaboración de mi prima Paula, la cual me ha descrito el proceso y me ha facilitado estas fantásticas fotos que nos ilustran.

Apartamos del fuego y añadimos el queso philadelphia, mezclando todo bien con unas varillas hasta que no queden grumos y lo incorporamos al molde con la base de galletas. Dejamos enfriar el conjunto a temperatura ambiente.

Una vez ya no esté caliente, lo llevamos a la nevera y lo dejamos 6 horas para que coja cuerpo. Transcurrido este tiempo procedemos a añadirle la mermelada a modo de topping. El sabor lo dejo a vuestra elección, aunque lo más habitual es de fresa. Si la mermelada trae muchos trozos de fruta, pasarla por la batidora para que así sea más fácil extenderla.

Lo desmoldamos y listo para comer.